El escritor francés Tristan Bernard presumía a menudo de ser muy despistado. Por ejemplo, contaba:
- Miren ustedes si soy distraido que ayer me metí en el baño vestido.
- ¿Y no se dió cuenta? - inquirió alguien.
- No, porque como soy tan distraído, me había olvidado de llenar la bañera.
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